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Mostrando entradas de febrero, 2012

Diario Estelar Planeta Tierra

Aura se compadeció y permitió que se describiera el pasado y el futuro según el instinto y la ignorancia del que pretendía construir su propia vida. Así, comprendió que, de todos modos, nada malo había en ello, como se suele decir, o no, la realidad imita a la ficción, y también lo contrario, sin que se sepa que es lo más cierto. Lo que pasó siempre pasó de modo diferente para cada ser humano, hasta la interpretación de cómo, por qué y para qué suele diferir entre personas tanto cultas como incultas, todos son testigos y todos tienen sus razones para pensar, sin considerar lo acertado de sus pensamientos, el porque de todo lo que han vivido. Así, Aura podía no entender el porque de lo que le estaba ocurriendo, y un extraño tenía el poder o la capacidad para mostrarle ese porque. Los hechos mostraban que en el inicio de la década de 2010 a 2020, la brutalidad y la decadencia moral del mundo occidental había iniciado un camino sin retorno. De nuevo aparecieron los típicos grupos social

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Era cierto, el escritor no sabe nada sobre el mundo de Aura, pero no tiene más opción que inventarlo. Suele suceder en casi todos los relatos, ¿Quién conoce el mundo del personaje? Incluso las novelas que transcurren en el pasado son una aproximación a lo que debían ser esos mundos. Lo que si permanece son los sentimientos, los anhelos, las envidias, las traiciones, el engaño... Todo lo humano, y por supuesto lo inhumano que no deja de ser algo humano, pero menos agradable y que nuestra especie oculta o denomina el mal, a pesar de que nace en la naturaleza humana. Sabemos que la muerte de multitudes se ha justificado como necesaria para fines diversos, en general para beneficio de una clase dirigente que después de sacrificar a millones aduciendo que era el útlimo sacrificio, han vuelto a repetir el inacabable círculo de paz y guerra, quizás con otros medios pero demostrando la eterna necedad y crueldad de la avaricia y de la codicia sin fin. Aura protestó: pero que tontería de frase,

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El metro entró en la estación, frenó, el ruido y el aire barrió sus caras acallando las voces. Una de las puertas del metro quedó cerca de ellos, entraron y buscaron un asiento libre: no había, era lo de siempre el metro era un buen medio para practicar el equilibrio. Aura se dió cuenta de que el escritor ya no sabía que escribir. Ella si que conocía su propia historia, su propia vida; pero el escritor no: íntentaba crearla y ¡se lo creía además! Ella podía explicar los sucesos ocurridos en los últimos 15 años, y aún con dificultades pues no poseía todos los datos, pero no él. Qué sabría el que escribe sobre la Gran Guerra Económica del año 2013, por poner un ejemplo. Que estupidez se le podría ocurrir para describir su forma de vestir,  o la de Fran. Este tonto parará enseguida de teclear y mirar emboboado la pantalla del ordenador y por fin seré libre para que me recuerde en su subconsciente como una posibilidad que se fustró, pero ya veremos. El metro llegó a la estación de Plaça

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Tomó la cazadora para salir a la calle y despejar sus pensamientos del enorme ruido de la voz del escritor. Su vida era suya, aunque pudiera ser determinada por la necesidad de pertenecer a una sociedad y aceptar, que remedio, todas sus normas, o casi. El aire le hizo sentir la euforia de perder de vista su piso con su atmósfera llena de la niebla de sus iras y represiones. Estaba viva la vieja naturaleza. Todo sigue en el mundo, no gira por nuestro bien, es inmune a nuestras necesidades, poco le importa lo que hagamos excepto a nuestra vanidad que nos hace creer que controlamos su marcha y averiguamos sus secretos, ¡Qué ingenuos! El trabajo, la rutina, la necesidad para comer y disfrutar de la realidad. La entrada en el agujero del transporte público estaba aceptable, no más sucia de lo normal y la policía acababa de detener a los mendigos del día, los músicos habían huido antes, aprovechando que las limitaciones de la policía no les permitía acciones múltiples y rápidas. Los pequeñ

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Aura comprendió que estaba en una pobre historia de ficción, que aquel escritor no sabía de que estaba hablando, y como personaje no tenía nada que decir. De que hablaría: de la eterna rueda de la humanidad, de ese avance que parece lineal pero que es un círculo o una espiral que se retuerce hasta llegar otra vez a su inicio. Mucha geometría parece todo eso. Lo único cierto es que la humanidad se había rendido ante el poder concentrado de la economía y aceptaba que la democracia fuera una apariencia. En cierto sentido, parecía una buena elección: para qué luchar si los consorcios ya diseñaban lo necesario para la mayoría de las personas. Les daban ciertas seguridades: una educación, una sanidad y unas distracciones o, como se decía antes, días de vino y rosas (Aura parece recordar que esta frase se pronuncia en una triste película, además en blanco y negro).  Libertad para qué, dijo Lenin; libertad para qué dicen los consorcios: ser libres no es fácil, es más sencillo que el camino est

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Ha amanecido, desde la ladera de la colina se puede ver como el sol se asoma lentamente en el horizonte marino. Hace tiempo que nadie, o casi nadie, mira esa luz; no puede, no sabe o no quiere. Los edificios tapan el paisaje, solo se ve el edificio que está enfrente o cualquier construcción que tapa la visión del mar. Estamos en Barcelona, en el año 2025, la ciudad de los prodigios como la bautizó el escritor Eduardo Mendoza. Hace años que Europa ha dejado de ser un referente para el mundo. El sur de Europa es una región empobrecida y en la que han crecido los barrios pobres y marginales. En esta ciudad, como en el resto de la región, los ricos viven protegidos copiando los modelos americanos de zonas residenciales amuralladas. Las calles en la ladera de la colina no están asfaltadas, por ellas circulan coches ocasionales y el ayuntamiento no está dispuesto a gastar nada en los que no pagan impuestos, preferiría echarlos pero no puede o no se atreve. La ladera recuerda a las favelas de