Diario Estelar Planeta Tierra

Viajar, observar y escuchar a las gentes que te encuentras es muy formativo. Nada nuevo, pero no menos para todos aquellos que creen que su mundo se reduce a su proximidad, a las tradiciones de su cultura. Opino que todos los seres humanos compartimos una cultura básica: deseos básicos de supervivencia, amor a nuestras familias, aceptación emocional de la cultura que nos ha tocado en suerte; pero al mismo tiempo deseo de libertad, democracia y sólo la dependencia justa y razonable.



Como los elementos comunes son los más importantes, considero que las culturas tienen un papel secundario. Sin embargo, es cierto que las distintas culturas han aportado algo positivo a la humanidad, seguro, ello es lo que debemos conservar, pero de modo genuino. Por ejemplo, el yoga es un ritual religioso que los occidentales no comprendemos como los orientales quienes lo han desarrollado y aplicado con un cuerpo doctrinal muy alejado de la mentalidad occidental. Por otra parte las culturas contienen aspectos muy negativos e incompatibles con la dignidad humana. En todas las culturas existen aberraciones insoportables para un ser humano que se reclame como tal.



Una persona no escoge donde nace, ni quienes son sus padres, ni quien le educara; está a merced de la arbitrariedad. En España, muchas parejas deciden que sus hijos no serán bautizados en la reiligón católica u otra religión. Es una decisión respetable, hasta que una persona no es adulta no puede decidir lo que quiere hacer. Sin embargo, ese hecho ya marca sus vidas como lo haría el contrario.



Sorprende que, siguiendo el argumento de libertad de decisión para escoger una religión, una persona no pueda escoger su idioma, su nacionalidad, su cultura,... No creo que seámos libres para ello. La educación que recibimos es decisiva y la manipulación es patente. Esto ocurre porque necesitamos que una sociedad nos proporcione el sustento, la enseñanza y los cuidados necesarios; y nuestro padres no son independientes para sustraerse a esto (excepto que tengan mucho dinero, y puedan escoger otras alternativas) Así la sociedad nos reclama el pago de la adhesión a una nación, una cultura, una religión y una lengua. ¿Es justo esto? Desde el planteamiento de pertenencia a una tribu si, desde la superación de la esclavitud de la naturaleza y sus leyes: no.



La verdadera esencia de la religión sería la superación de este estado: no pertenecemos a ningún país ni tribu, si no a la de todos los seres humanos sin diferencia de raza, sexo e ideas. Así el motor sería la compasión, el amor verdadero al prójimo, el respeto a la naturaleza como algo que no tiene conciencia en su estado material, la dignidad de las acciones por el bien de todos los seres sensibles, la paz, la solidaridad, la libertad, el respeto a la vida, el rechazo al poder y la práctica de la relación con Dios a través de la experiencia espiritual independiente de poderes terrenales que se creen intermediarios de Dios en cuanto Le niegan con sus actos y pactos.



La asunción de pertenencia a una sociedad concreta y la aceptación de sus patologías psicológicas com tal es un estado primitivo de nuestras mentes. Un ser humano debería tener derecho a partir de cero (educado de modo completamente independiente y libre) y no ser involucrado en la secuencia histórica de las desdichas y anhelos de sus antepasados. Éstos tienen cuentas pendientes, traumas, errores, venganzas por cumplir, ... frutos de las vicisitudes históricas que marcan a fuego el destino de muchas personas. Por supuesto todo el conocimiento humano positivo debe ser preservado, así como el escepticismo y la crítica. Pero no aquel que nos limita e induce a la perdida de los valores éticos, morales, de nuestros deberes y derechos inalienables.

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