Diario Estelar Planeta Tierra
Tomó la cazadora para salir a la calle y despejar sus pensamientos del enorme ruido de la voz del escritor. Su vida era suya, aunque pudiera ser determinada por la necesidad de pertenecer a una sociedad y aceptar, que remedio, todas sus normas, o casi. El aire le hizo sentir la euforia de perder de vista su piso con su atmósfera llena de la niebla de sus iras y represiones. Estaba viva la vieja naturaleza. Todo sigue en el mundo, no gira por nuestro bien, es inmune a nuestras necesidades, poco le importa lo que hagamos excepto a nuestra vanidad que nos hace creer que controlamos su marcha y averiguamos sus secretos, ¡Qué ingenuos! El trabajo, la rutina, la necesidad para comer y disfrutar de la realidad. La entrada en el agujero del transporte público estaba aceptable, no más sucia de lo normal y la policía acababa de detener a los mendigos del día, los músicos habían huido antes, aprovechando que las limitaciones de la policía no les permitía acciones múltiples y rápidas. Los pequeñ