Diario Estelar Planeta Tierra
El acceso a la educación no ha servido para que los ciudadanos de España tengan más cultura y opinión propia. En muchos aspectos la mayoría de la población se comporta como lo hacía hace cien años; lo que importa en la sociedad es el día a día, idea transmitida por multitud de libros de auto-ayuda y por la ausencia de valores éticos y morales que permitan proyectar nuestras decisiones hacia el futuro. La respuesta más usada, ante esto, es: ¿De qué me sirve a mí lo que pueda pasar en el futuro? ¿Qué me soluciona? ¿Por qué tengo que sufrir por lo que ocurre en la sociedad, sea aquí y menos aún en Etiopía? Tengo comida, casa, ropa, distracciones y trabajo, ¿Qué más puedo pedir? No lo sé, ni seré yo quien le diga a nadie lo que tiene que hacer.
Sin embargo, muchos tenemos hijas e hijos que vivirán, eso esperamos, muchos más años que nosotros y cuando ya no podremos hacer nada por cambiar el curso de los acontecimientos. Es responsabilidad de nuestra generación, como de las anteriores y de las futuras, tratar de construir una sociedad mejor, con nuestro ejemplo y sin adoctrinamiento. Si los jóvenes no tienen trabajo, si los jóvenes se comportan con los mismos defectos que se han combatido durante siglos, si no les ofrecemos esperanza, si solo les impulsamos a lo práctico y a la supremacía de la economía: ¿Qué esperamos de ellos?
Debemos ser muy cuidadosos: el adoctrinamiento está a la orden del día. Las naciones recuperan la idea de pertenencia a la patria y a la causa, los estados están en retirada, aparente que no real, porque es que lo que desean poseer todas las naciones. Si no podemos superar el grado de tribu lo tendremos difícil. ¿Cómo una sociedad inteligente puede superar su estadio primitivo? Primero aceptando que aún no lo ha superado, y reflexionando sobre su futuro como especie viva en este planeta: deberíamos ser una única comunidad y no tribus que luchan por un territorio para expulsar de él a las otras tribus, o dominarlas por la fuerza. Enfrentarse a las preguntas finales no es fácil, es más sencillo cerrar los ojos y rehuirlas; no van con nosotros. La culpa y el miedo paralizan, por eso es más necesario que nunca vencer y entender a esos demonios e intentar ser libres. Pero, como individuos (la idea central del neoliberalismo) no somos nada, nada podemos ni nada podemos construir. Pero en esa certeza reside parte de la solución, debemos compartir y se debe compartir con cada uno de nosotros; nadie puede decir no doy nada a la sociedad porque yo he podido sobrevivir mejor que los demás y nada debo, no es cierto: has podido sobrevivir con más éxito porque, en gran medida, has sabido utilizar mejor a los demás en tu beneficio, los has convertido en esclavos virtuales ante tu mayor capacidad. También es cierto que existen los individuos que se aprovechan del esfuerzo de los que crean, más trabajan y además les tienen envidia por su inteligencia y posesiones; ahí reside una fuerza enorme dispuesta para la manipulación y el reclutamiento.
Reconozco que no me gusta la situación actual, tampoco estoy satisfecho conmigo; todo ello hace que escriba lo que escribo, y probablemente, si no me sintiera amenazado, no diría lo que digo. Pero, en estos momentos es cuando se percibe que si no se posee una fuerza moral y una reserva cultural, enojosa a veces, podemos caer en la barbarie más increíble e injusta; la dictadura social y política.
Sin embargo, muchos tenemos hijas e hijos que vivirán, eso esperamos, muchos más años que nosotros y cuando ya no podremos hacer nada por cambiar el curso de los acontecimientos. Es responsabilidad de nuestra generación, como de las anteriores y de las futuras, tratar de construir una sociedad mejor, con nuestro ejemplo y sin adoctrinamiento. Si los jóvenes no tienen trabajo, si los jóvenes se comportan con los mismos defectos que se han combatido durante siglos, si no les ofrecemos esperanza, si solo les impulsamos a lo práctico y a la supremacía de la economía: ¿Qué esperamos de ellos?
Debemos ser muy cuidadosos: el adoctrinamiento está a la orden del día. Las naciones recuperan la idea de pertenencia a la patria y a la causa, los estados están en retirada, aparente que no real, porque es que lo que desean poseer todas las naciones. Si no podemos superar el grado de tribu lo tendremos difícil. ¿Cómo una sociedad inteligente puede superar su estadio primitivo? Primero aceptando que aún no lo ha superado, y reflexionando sobre su futuro como especie viva en este planeta: deberíamos ser una única comunidad y no tribus que luchan por un territorio para expulsar de él a las otras tribus, o dominarlas por la fuerza. Enfrentarse a las preguntas finales no es fácil, es más sencillo cerrar los ojos y rehuirlas; no van con nosotros. La culpa y el miedo paralizan, por eso es más necesario que nunca vencer y entender a esos demonios e intentar ser libres. Pero, como individuos (la idea central del neoliberalismo) no somos nada, nada podemos ni nada podemos construir. Pero en esa certeza reside parte de la solución, debemos compartir y se debe compartir con cada uno de nosotros; nadie puede decir no doy nada a la sociedad porque yo he podido sobrevivir mejor que los demás y nada debo, no es cierto: has podido sobrevivir con más éxito porque, en gran medida, has sabido utilizar mejor a los demás en tu beneficio, los has convertido en esclavos virtuales ante tu mayor capacidad. También es cierto que existen los individuos que se aprovechan del esfuerzo de los que crean, más trabajan y además les tienen envidia por su inteligencia y posesiones; ahí reside una fuerza enorme dispuesta para la manipulación y el reclutamiento.
Reconozco que no me gusta la situación actual, tampoco estoy satisfecho conmigo; todo ello hace que escriba lo que escribo, y probablemente, si no me sintiera amenazado, no diría lo que digo. Pero, en estos momentos es cuando se percibe que si no se posee una fuerza moral y una reserva cultural, enojosa a veces, podemos caer en la barbarie más increíble e injusta; la dictadura social y política.
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