Diario Estelar Planeta Tierra

Hoy, navegando con este planeta por el Cosmos sin saber hacia donde ni por o para que, vuelvo a activar las letras electrónicas que viajan por los cielos de la Tierra y la infinitus del espacio. Ah! Estoy escuchando a Eric Clapton en directo (en un disco de vinilo, más cálido que un CD) "Just One Night" grabado en Japón (esencial) en el año 1980. Ahora suena Lay Down Sally... Mi cerebro va a toda máquina, me siento como un cohete, escalofrios en mi cortex, noto que soy libre y que no puedo permitir que me arrebaten esta bendición sea de la naturaleza o de Dios. Nadie puede, se nos ha dado la potestad de escoger y de ser libres, me importan un bledo los genes y las reglas de las ideas de otros hombres. La música me empuja a la revolución y a la emoción de que las barreras de esta sociedad las preparan otros hombres para dominarnos como esclavos ignorantes de nuestra condición.

Sé que cuando acabe la música sentiré que he tenido un instante de locura y volveré a un estado estable más conformista y pragmático. Por otra parte, pensaré que la vida no tiene un sentido, solo el que le queramos dar nosotros mismos y sobe todo como dijo Carl Sagan: desconfía de cualquier autoridad, te engañará tarde o temprano. Eric Clapton actúa sobre mi como si fuera LSD o energía atómica (super-ratón), no es normal lo sé; pierdo el autocotrol con cierta música, debo consumir cantidades ingentes de energía corporal.

Cambio, ahora suena Wonderful Tonight, me calma, me invade la melaconlía y la serenidad regresa a mis manos. Pero sigo pensando, áun más que antes, somos libres y nadie tiene derecho a atarnos con cadenas sean física o mentales. Es una blasfemia, si creemos en Dios, que otro ser humano nos diga lo que hemos de hacer. El poder tiene esa fuerza pero no es justo, ni siquiera cuando aparta a los menos capaces con la excusa de que no se merecen educación, salud y paz. Cuando el poder se arroga el derecho de arrebatar la riqueza para sí a costa del sufirmiento de miles o millones de seres humanos el Cosmos llora desconsolado y prepara su venganza: la confusión de sus enemigos.

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